La fruta escurrida consiste en piezas de fruta que se han troceado y cocinado en almíbar para conservar su humedad y poder almacenarlas. Y es que el azúcar crea una capa a su alrededor protegiendo al vegetal del ataque de los microbios que, en condiciones habituales, provocarían su descomposición.
La cobertura de las frutas confitadas es una técnica de conservación que se realiza desde la antigüedad.
Otra propiedad de la fruta escurrida es que son piezas que conservan su sabor, jugosidad, su color, textura, aroma y gusto, por lo que mantiene muchas de las cualidades de la fruta fresca. Eso sí, con un mayor contenido en hidratos de carbono (fundamentalmente azúcares) y habiendo perdido la vitamina C.